Día pascuero en el Castillo de Sagunto

Durante el puente de semana santa, decidimos hacer una escapada a algún lugar cercano de Valencia aprovechando que venían amigos de fuera para pasar las vacaciones. Nuestro objetivo fue el castillo de Sagunto. Con un buen sol mediterráneo y cargados de bocatas y agua, nos subimos a los coches y a pasar un día digno de Pascua.

Calles de Sagunto engalanadas por la Semana Santa

Una de las principales preocupaciones que teníamos en cuanto llegásemos era donde dejar aparcados los dos coches que llevábamos. El GPS nos llevó hasta una zona cercana al «Restaurante El Mirador de Sagunto«. En los alrededores hay mucho sitio para poder aparcar, eso sí, luego a callejear cuesta arriba hasta el casco antiguo, pero de eso se trataba el día, meternos de lleno entre las callejuelas engalanadas por los días de Semana Santa.

Hacía mucho que no visitaba Sagunto, una de las últimas veces había sido en viaje escolar para asistir a una obra de teatro en el Teatro Romano, y de eso hace mucho, no se siquiera si estaba tal y como nos lo hemos encontrado, tan reformado y tan…  bueno, las opiniones sobre su restauración son tan amplias como coloridas.

Para visitar el castillo hay que dedicarle al menos unas dos horas. Y es GRATIS, esa maravillosa palabra que nos encanta escuchar. Si se quiere, es posible por unos 3€ contratar los servicios de un guía que os hará una visita por los rincones principales, pero nosotros preferimos ir poco a poco y a nuestro ritmo.

Entrando por La Porta d’Almenara nos adentramos en las ruinas del antiguo Castillo de Sagunto. Los datos que vienen a la cabeza inmediatamente es su origen romano, pero en verdad se desconoce cuando empezaron a aparecer los primeros asentamientos en la montaña.

Una de las batallas más famosas que ocurrieron aquí fue la Guerra de Independencia española dentro de las Guerras Napoleónicas. Todavía se puede observar cerca de la entrada alguna bala de cañón de la época.

Desde el castillo tenemos unas vistas privilegiadas de la ciudad de Sagunto, e incluso la vista nos lleva hasta el mar de Mediterráneo.

Era común ver a los grupos, como el nuestro, aprovechar el tiempo allí y pararnos a comer bajo algún árbol y disfrutar de la longaniza de pascua.

Cuando terminamos de recorrernos cada piedra, bajamos hasta la Plaza Mayor, visitando la Judería (antiguo barrio judío) y llegando de nuevo hasta los coches. Un día diferente transportándonos por unas horas a otra época.

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