Siempre hay una primera vez para todo, y a la hora de elegir alojamiento para pasar los primeros días de nuestro roadtrip de 2017 por Escocia, sabía que no iba a ser fácil. Edimburgo en agosto, sumado al Festival Militar del Tattoo y coincidiendo a su vez con el festival del Fringe allí, los precios de todo por las nubes. Finalmente decidí lanzarme a probar el servicio de alquiler de apartamentos, Airnb, y escogí un alojamiento muy céntrico en la ciudad, tan céntrico que salíamos por la puerta y estábamos a los píes del castillo. Primera vez y salió rodado.

Para quien no lo conozca, Airnb es un servicio online para alquiler de alojamientos a particulares, ya sean habitaciones, apartamentos enteros o incluso casas. Siempre para todo hay pros y contra. Desde un inicio mi reticencia era pagar por adelantado un alquiler a un particular de algo que no sabía si al llegar sería lo acordado, si incluso se respetaría la reserva, o vaya a saber que otro problema. No me daba la misma seguridad que reservar directamente a un hotel. Pero teniendo en cuenta que ya había vivido una experiencia similar, incluso más informal que fue en 2016 reservar via email una habitación en un B&B de Skye, todo de boca… estaba dispuesta a arriesgarme.
Sabiendo la alta ocupación que habría en Edimburgo a principios de agosto, hice la reserva casi un año de antelación. Los precios que encontraba de hoteles eran desorbitados. La misma habitación en un hotel en la ciudad que había pagado en abril de 2016, para agosto de 2017 la habían triplicado, y creedme… no valía para nada ese precio…
Por ese precio quería que nos diéramos un capricho para empezar bien nuestro viaje, y me decidí a que quería un apartamento, la libertad de sentirte como en casa mientras disfrutas de la ciudad. Así encontré el apartamento que ofrecía Emma. A los pies del castillo de Edimburgo y a un minuto de la famosa plaza Grassmarket. Teníamos cerca todo, y con las cuestas que hay en Edimburgo, el no tener que estar cogiendo ningún autobús cada dos por tres, era de agradecer.

Desde un principio la comunicación con la anfitriona fue sencilla y cómoda, como siempre, tenía la preocupación de que había pagado el alquiler a un año vista, y estaba algo preocupada de como sería luego el check-in. 48 horas antes de nuestra llegada a Edimburgo, contacté con Emma y me explicó que las llaves se encontraban en una cajita de seguridad frente al apartamento. Me dio el código y dijo que disfrutara de la estancia.
Mi cara era un poema, aquello me parecía el mapa del tesoro: «la caja se encuentra en el muro delante del apartamento, a mano derecha de la farola» ¿En serio? Esperaba un encuentro con la casera… o algo por el estilo. Preocupada porque desde el google maps habíamos visto que frente al apartamento se encontraba el muro bajo el castillo… no pensé que hubiera nada ahí parecido. Pero… de nuevo me quedé de piedra cuando al llegar, efectivamente, en el muro frente al apartamento estaba la misteriosa cajita con un teclado para marcar y voilà! ¡ahí estaban las llaves!

Me di cuenta que es algo común allí, supongo que en muchos países, el sistema de las cajitas de seguridad para los alquileres de casas, e incluso cajas de código para abrir las puertas. Y realmente es cómodo. Esto si era libertad. Como era de suponer, el apartamento era el último piso, ya me había dado cuenta por las fotos en la web que era la parte del ático. Y no, allí lo de los ascensores no les va mucho. Cargar con las maletas por escaleras pequeñas es lo peor, pero valía la pena.

Un apartamento estilo estudio totalmente equipado, con su cocina, televisor, etc y una carpeta de bienvenida con las normas y el código wifi, ¡lo más importante! Era demasiado pedir que nuestra ventana diera al castillo, pero no importaba. Era perfecto. Y a pesar de estar tan cerca de la plaza y el castillo, no se escuchaba nada, no había ruido molesto.
Creo que fue una de las mejores decisiones a la hora de elegir el alojamiento, y no voy a decir que fuera barato, dos noches en aquel apartamento nos costó 237 euros. Pero la localización, el tipo de alojamiento y las fechas, me pareció que valió la pena cada euro invertido.
Para el tema del check-out, la anfitriona lo hizo tan cómodo como la llegada. Solo teníamos que devolver con el código que nos había dado al principio, las llaves a la cajita de seguridad y cerrarla bien. Ningún inconveniente por intentar quedar, así no perdíamos tiempo y seguimos con lo que tanto me gustaba, esa sensación de libertad.
Estoy segura que repetiré con este sistema de alquiler, lo recomiendo mucho y por lo menos ¡mi primera experiencia ha sido de 10!
Por si queréis lanzaros a reservar con Airnb, os dejo este código donde tendréis ¡un descuento en vuestra primera reserva de 35€!
Y vosotros, ¿habéis probado ya Airnb? Contadme.