El pasado septiembre, decidimos hacer una escapada a uno de los pueblos más bonitos de Alicante: Altea. Era la primera vez que me llevaba a Noah fuera de casa un par de días, y los nervios de como pasaría unos cuantos días en un hotel estaba ahí, pero el resultado fue increíble, tanto que me encantaría repetir.
A mediados de septiembre es una época estupenda para viajar a Alicante y recorrer la Costa Blanca, no hay tanto turista y seguimos teniendo un tiempo veraniego, a pesar de que también pueden amenazar las lluvias características que adelantan el otoño.
Elegimos para pasar estos días el estupendo Hotel Cap Negret, con una ubicación inmejorable frente al mar Mediterráneo, y dispone de acceso privado a la playa, alejado del centro de Altea y con instalaciones para disfrutar del descanso y la desconexión que tanto necesitábamos.
Como solicité cuna para el bebé, nos subieron de categoría la habitación sin ningún coste adicional para que tuviéramos el suficiente espacio y además las vistas desde el balcón de la habitación eran fantásticas.
Allí pudimos disfrutar de la piscina, de buenísima comida en su buffet tanto para desayuno como para cena, y por si fuera poco pudimos estar en primera línea viendo amanecer. Simplemente espectacular.
Podríamos habernos quedado perfectamente allí los tres días que estuvimos, pero había que visitar algo de Altea ¿verdad?
Tengo que decir que el casco histórico de Altea no es apto para cochecitos de bebé, no solo por las cuestas que hay, recordemos que Alicante no es plana, sino por la gran cantidad de escalones que hay, así que o bien hacéis brazos cargando con el carrito o bien cogéis un portabebés. Esta segunda opción la más recomendable, no hagáis como yo…
Una de las características más famosas de Altea son las fachadas blancas de sus casas y sus calles con empedrados.
Sin duda, el recorrido más famoso y más recomendable es el del Casco Histórico que se encuentra en una colina junto al mar, con unas vistas impresionantes y además, esta imagen es representativa de la Costa Blanca.
La Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo es la edificación más famosa y que corona esta colina. Justo al lado nos encontramos con el mirador Cronistas de España, desde donde tendremos una panorámica para enmarcar del Mediterráneo.
Esa parte está repleta de muchos locales de hostelería, así que es perfecto para sentarse en sus terrazas y disfrutar del ambiente, preferiblemente por las tardes y fines de semana, ya que por las mañanas muchos están cerrados.
Desde ahí tendremos visión perfecta de las preciosas calles estrechas y empedradas para perderse por allí, con sus ventanas decoradas con flores y plantas, además de una de las calles principales con sus puertas decoradas donde todos querrán hacerse la fotografía perfecta.
Una vez disfrutado de esta zona, la siguiente que no hay que perderse es el Paseo Marítimo, donde podremos seguir contemplando nuestro maravilloso Mar Mediterráneo, y sin que falte el poder comer un buen plato de arroz o pescado.
Para esta ocasión elegimos disfrutar del Menú del Día del Restaurante San Miguel, situado en pleno paseo, allí degustamos una Paella Mixta y de una sopa de pescado. Todo riquísimo y a muy buen precio.
No pudimos ver mucho más de Altea porque se puso a llover y decidimos volver al hotel, justo para que parase y seguir disfrutando de la piscina, era la primera vez también de Noah y parece que se lo pasó demasiado bien.
Sin duda si queréis desconectar de la rutina, necesitáis un descanso o simplemente queréis disfrutar de un pedacito de la Costa Blanca en uno de sus pueblos más bonito, Altea es la elección perfecta.